Pedir prestado un búlgaro o alquilar una lesbiana.
Son algunas de las opciones que ofrece la Biblioteca Viva de Estambul, Turquía.
No se trata de una biblioteca normal. Aquí no se consiguen libros sino personas, sus organizadores esperan que los interesados rompan algunos de sus prejuicios.
El fenómeno de las Bibliotecas Vivas nació en Dinamarca y en la última década se extendió por el mundo. Su reciente versión turca funciona del mismo modo que las otras: los visitantes miran un catálogo de «libros» que en realidad son personas y luego se sientan a conversar durante 30 minutos con la que elijan. Como dice Mere Israel, directora de la biblioteca, la posibilidad de elección es muy amplia: «Tenemos muchos títulos en oferta. Tenemos griego, esquizofrénico, bisexual, árabe, trabajador de una ONG, mujer con pañuelo, seropositivo, lesbiana, transexual, armenio, kurdo y novicio».
Pedir prestado un armenio
La biblioteca ofrece sus productos en varios eventos culturales en Turquía, con la esperanza de estimular a sus visitantes a que se enfrenten a sus ideas preconcebidas. Uno de los interesados es Anol Celcik, de 21 años, que quiere pedir prestado un armenio.
«Queremos saber más de otra gente, con otros estilos de vida. Con mi amigo elegimos un armenio porque en Turquía representa un problema. Quiero encontrarme y hablar con una persona armenia porque nunca lo hice, nunca tuve la oportunidad porque forman una comunidad muy cerrada. Hay 60 mil armenios en Turquía, pero nunca vemos a ninguno. No tenemos idea de cómo viven, cómo hablan, que piensan sobre todos estos problemas. Por eso vine a encontrarme con alguien de Tuquía que tenga antepasados armenios».
Prejuicios
Los «libros» son voluntarios que representan a todo tipo de grupos sociales. El libro armenio seleccionado por Anol Celick es una joven de 22 años, Bahsi, que está gratamente sorprendida de la cantidad de personas que quieren hablar con ella.
«Me sorprende que tanta gente se acerque diciendo que quiere entender quién soy. Las ideas que se tienen de nosotros están generalmente formadas por lo que dicen las prensa y el sistema educativo. Son ideas que no nos representan y suelen estar llenas de prejuicios», dice Bahsi. «Lo bonito es que en un instante la conversación se vuelve muy agradable- Cuando uno habla con otra persona se da cuenta de que los prejuicios no son inamovibles y después de media hora compartimos un montón de cosas, no solamente el tema armenio».
Magia
Anol y Bahsi conversaron veinte minutos. Más tarde el joven turco dijo que había descubierto que Bahsi compartía con él muchas opiniones y sentimientos. Para los fundadores de la Biblioteca Viva este sería un ejemplo de éxito de su iniciativa, cada para romper prejuicios. En una sociedad como la turca, profundamente dividida en numerosos aspectos, entre ellos la religión y la raza, los organizadores esperan que la biblioteca cause el mismo efecto mágico en muchos más lectores en los próximos meses.